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El museo


El edificio

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Fachada del Museo Arqueológico Regional
Fachada del Museo Arqueológico Regional

Historia del edificio

El Museo ocupa desde 1999 el edificio que fue en su origen el Convento Dominico de la Madre de Dios, fundado por Doña María de Mendoza, hija de los Condes de Melito, y construido en varias fases entre los siglos XVII y XVIII.

Se trata de uno de los conjuntos conventuales más amplios de Alcalá de Henares, comprende la iglesia y el convento propiamente dicho, edificio que habitaron los frailes. Estas dos construcciones anejas se construyeron frente al palacio arzobispal, junto a la nueva puerta que se abrió en la muralla de la villa (el actual arco de San Bernardo), lo cual las sitúa en pleno casco histórico de la ciudad, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1998.

La iglesia alterna en sus muros ladrillo y piedra dispuestos, creando un efecto decorativo rítmico, tal y como fue habitual en los paramentos exteriores en Alcalá. La cúpula que la corona se remataba originalmente con una linterna y un chapitel, que con su desarrollo vertical equilibraban la horizontalidad del resto del edificio. Estos remates se pierden cuando en 1882 el Ayuntamiento compra el edificio para convertirlo en cárcel y juzgado y decide eliminarlos por existir peligro de hundimiento.

La fachada principal de la iglesia, que destaca por su simplicidad, sufrió también importantes transformaciones al adaptarse a su nueva función: se abrieron nuevos balcones y ventanas y se trasladó la portada principal, que daba a la Plaza de las Bernardas, a la Calle Santiago, donde se situó la nueva puerta principal de entrada a los juzgados.

En cuanto a la portada por la que se accede al convento, probablemente se reutilizó del edificio que precedió al actual, sustituido debido a su carácter endeble y su tamaño insuficiente. Destaca por su coronamiento semicircular, que alberga en relieve la cruz de Santo Domingo, caracterizada por sus extremos en forma de flor de lis que aluden a la orden religiosa que ocupó este edificio.

El edificio del convento se realizó en materiales similares a los de la iglesia y se organizó, como es habitual, en torno a un patio de planta rectangular. En este edificio se ubicaban las habitaciones donde los frailes desarrollaban su vida cotidiana, comunicadas con el patio a través de un claustro de esbeltos arcos de medio punto.

Al iniciarse su rehabilitación para albergar el Museo, se encontraba en avanzado estado de ruina en algunas zonas y muy deteriorado en términos generales. La instalación aquí de esta institución, supone, entre otros logros, la recuperación de un edificio con una larga historia.